martes, 18 de agosto de 2009

Taller de Literatura

Antecedentes
La literatura es la forma verbal del arte. Como tal, implica un proceso creativo peculiar, que pone en marcha una serie de mecanismos que incluyen a la imaginación, la memoria, la evocación y la simbolización.
La literatura en sus diferentes géneros aspira a construir enunciados que signifiquen algo más de lo que dicen. Los escritores asumen una postura crítica ante la vida, que por otra parte es su principal fuente de alimentación, en tanto que en un texto literario es un compendio de sentimientos, sensaciones, emociones y valores humanos.
Un escritor suele vaciar en su obra no sólo su experiencia vital, sino la de aquellos que lo rodean, aunque también acostumbra acudir a su bagaje cultural para diseñar sus propuestas creativas.
En esta línea, un taller de literatura invita a sus integrantes a mirarse a sí mismos para obtener un cúmulo de vivencias que pudieran convertirse en temas literarios, pero también los incita a acercarse a los libros no sólo como una inspiración, sino como un modelo a seguir. Un taller de literatura suele formar a lectores atentos, profesionales en su ejercicio lectivo.


Objetivo
Los participantes en el Taller de Literatura realizarán una serie de lecturas, que les permitan conocer los cánones del arte verbal, que a su vez les facilitará el ejercicio creativo de la palabra escrita.
Asimismo, acudirán a su experiencia personal, como una herramienta de conocimiento vivencial que les permitirá acercarse al drama de la existencia humana.
El taller privilegiará a las obras y a los escritores del ámbito iberoamericano, incluyendo a autores regionales y locales, cuyas obras sean significativas o representen un hito en el arte verbal.


Metas
Al concluir el Taller, los participantes habrán redactado una serie de textos literarios, en los que expresarán su particular visión en torno al arte verbal.


Mecanismo de trabajo
Los asistentes al Taller de Literatura realizarán un conjunto de lecturas, a partir de las cuales advertirán las diferentes técnicas de escritura, en los distintos géneros que forman parte del arte verbal. La variedad de mecanismos les permitirá tener una panorámica sobre la creación literaria, con miras a la producción de sus propios textos. De esta manera, las sesiones se dividirán en dos partes:
a) Lectura y comentario de un texto escrito por algún autor que goce de reconocimiento.
b) Presentación, análisis y corrección de textos presentados por los asistentes al Taller.

Se propone la realización de dos sesiones a la semana, con cuatro horas de
duración en total, con la intención de iniciar a quienes tengan un interés en la creación literaria.

martes, 11 de agosto de 2009

Hiroshima

“Una columna de humo asciende rápidamente. Su centro muestra un terrible color rojo. Es una masa burbujeante gris violácea, con un núcleo rojo. Todo es pura turbulencia”, escribió Bob Caron tiempo después de que su avión, el Enola Gay, soltara una bomba atómica sobre Hiroshima.
Eras las 8 y cuarto de la mañana del 6 de agosto de 1945.
Caron era el fotógrafo y artillero del aparato que habría de pasar a la historia universal del horror. Él fue el primer testigo presencial de los efectos que podía causar el artefacto diseñado por el Proyecto Manhattan.
Su relato asusta por la precisión quirúrgica, no exenta de cierta emoción.
“Aquí llega la forma de hongo de la que nos habló el capitán Parsons. Viene hacia aquí. Es como una masa de melaza burbujeante. El hongo se extiende. Crece más y más. Está casi a nuestro nivel y sigue ascendiendo. Es muy negro, pero muestra cierto tinte violáceo muy extraño. La base del hongo se parece a una densa niebla atravesada con un lanzallamas. La ciudad debe estar abajo de todo eso”, refirió el soldado estadounidense.
Aquella misión le abriría las puertas a un miedo universal. La destrucción absoluta se materializaba en forma de furiosos átomos de uranio, que desgarraban, derribaban, reducían a escombros.
El hongo nuclear encarnó la fusión de todas nuestras pesadillas.
Los despojos humanos que sobrevivieron a las llamas y a la onda expansiva se convirtieron en símbolo descarnado de una época marcada por la barbarie tecnificada.
La bomba de Hiroshima significó la supremacía del mal por encima de las fuerzas creadoras; la radioactividad se convirtió en el símbolo de la desesperanza y no en el de una matriz dadora de vida.
Las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki fueron el corolario de una tendencia con siglos de acelerada evolución. Los miles de muertos que dejaron artefactos relativamente pequeños han sembrado la zozobra durante décadas.
Por años, un fantasma recorrió el mundo: el fantasma de la guerra nuclear. El antagonismo entre Estados Unidos y la Unión Soviética puso al planeta al borde de la aniquilación total en más de una ocasión.
Sin embargo, la desaparición del bloque comunista no significó el fin del miedo. Los halcones de la guerra no se han cansado de inventar conflictos y de alimentar la discordia, encadenando al mundo.
Esa mañana de agosto, se inauguró la Era Atómica, marcada por el horror y el delirio; la muerte y el absurdo.
Aún seguimos en ella.